El camino del puente

Camino. Todos los días camino por diferentes calles de mi ciudad. Me aventuro a transitar por caminos diferentes para que mis pies no se vuelvan rutinarios y no dejen sus huellas sobre el asfalto.
Me adentro en callejuelas olvidadas, me pierdo en direcciones desconocidas. Atravieso portales, plazoletas, viaductos, parques, barrios marginales…No puedo evitar el conocer y explorar nuevos lugares.
Mis amigas me dicen que estoy loca. Ellas prefieren esperar largo tiempo una guagua o simplemente probar con una “botella”. Yo sigo a mis pies. Dejó que se desplacen y avancen. Los dejo libres, dejo mi suerte a su andar.
No me gustan las colas –creo que a nadie-. Tampoco la espera. Y no dudo en librarme de una larga espera en una cola de parada, si mis piernas me responden. Solo para alcanzar una determinada distancia estimable, tomo algún transporte de ruedas en mi Matanzas. O cuando el agotamiento es inaplazable y en ese momento por azar parase el ómnibus.
A veces me cansa caminar tanto, sobre todo en el verano, cuando el sol me debilita y maltrata mi piel. Pero después del cansancio por los kilómetros recorridos siento que llegué a la meta. Es una sensación de plenitud, de comprobar que tienes el dominio de tus piernas y cuerpo, que puedes guiarlos hasta donde te plazca.
En mis intentos de evadir la misma ruta diariamente, de tratar de no dejar marcas por donde camino, de evitar los mismos rostros, me percato que hay un puente que no puedo dejar de pasar. O quizás si pueda, pero sería rechazar un puente para ir a la conquista de otro. Es que irremediablemente mi ciudad la atraviesan ríos y está rodeada de puentes.Ese puente es el Sánchez Figueras.
Entonces es cuando quisiera volar o tener cerca el bote de mi papá para cruzarlo y no tener que pisotear a ese puente centenario. Ya perdí la cuenta de cuantas veces lo he transitado. Me siento impotente de no poder arribar a mi casa sin poder tomar otro sendero. Deberían existir cientos de puentes paralelos, para que mis pies escogieran cada día por cual caminar.

2 comentarios:

  1. muy bueno el post, a mí también me gusta caminar, cada día atravieso el viejo puente de hierro, me hiciste reflexionar Lis, ?cuándo puentes atravesamos los matanceros en nuestra vida?

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  2. Gracias. Es cierto que los matanceros atravesamos muchos puentes en la vida. Ya yo perdí la cuenta del número de veces que he cruzado los puentes de mi ciudad. Me alegra que reflexionara y se sintiera identificado.

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