Marcelo y su guitarra


La brisa del mar se mezcla con su voz. Marcelo Martínez canta para sobrevivir y esta sobrevivencia le da vida. Nació en Matanzas en el municipio de Calimete y desde 1952 se mudó para Cojimar.

A sus 78 años continúa rayando las cuerdas de su guitarra. Pero sus manos no son las de antes. Le tiemblan. Le impiden tocar. Por eso pide disculpas a su público continuamente. Parece que el mal del Parkison lo carmome.

Pero no siempre fue así. Marcelo conformó un grupo musical y durante 25 años regaló su música tradicional cubana, sin que las manos le temblaran. Ahora Marcelo permance en un sillón de ruedas. Sus piernas inamovibles le impiden caminar sobre la acolchonada suela de sus desteñidas zapatillas Nike.

Más no se da por vencido. Cuando observa el arribo de visitantes aparece. Coloca sus muletas en el piso junto a una pequeña cesta y comienza a cantar. Se debe a la música. Tal vez también al mar. Mientras canta algunas monedas caen. Aunque Marcelo más que monedas lo que necesita es sentirse acompañado, escuchado, vivo, al menos durante los minutos que dura una canción. (Foto: Claudia Zamudio Mainou)




0 comentarios: